miércoles, 8 de octubre de 2008

Vicky Cristina Barcelona


Resulta difícil aclararse las ideas a la hora de reseñar este último largometraje de Allen. Mientras un montón de diálogos cruzados, confusos y, a veces, hasta inconexos, rondan por mi cabeza, soy incapaz de obtener un mensaje elemental sobre el que trabajar. Finalmente, he decidido paliar este contratiempo sometiéndome a una regresión de una semana; un periodo adecuadamente breve para considerar fiables las conclusiones que de ella extraiga. Así pues, salgo de un antiguo y tradicional cine madrileño a la fría calle de Fuencarral. ¿Qué profundas cavilaciones pendientes de reseña me invaden? Pocas; el término “hacer el amor” me empacha las neuronas. Al contrario de lo que se pueda pensar, no he sufrido una suerte de perversión espontánea. Más bien dos horas de bombardeo sexual – o sensual, como otros críticos han preferido llamarlo- con poca sustancia descifrable. Por fin, apunto: “el guionista sigue la máxima de rizar el rizo y al director parece que le gusta.” ¡Qué preámbulo tan estupendo! A partir de ahí el embrollo o culebrón sexual que me acabo de tragar se explica solo y no he de profundizar en todos esos “quién se acuesta con quién” tan interminablemente cansinos.

No hay comentarios: