He aquí el modelo del deseo y la gran aspiración de miles de mujeres y hombres. Ellas quieren ser así, ellos quieren verlas así. ¿Porqué? pues: por la publicidad, los desfiles, las sesiones de fotos, el photoshop, las tertulias mañaneras sin seso, y un poco eso que llamamos MODA en general.
Por supuesto, no hay ninguna fundamentación natural o biológica en todo esto, ni mucho menos racional. ¿De qué somos esclavos entonces?: de nuestros propios trastornos psicológicos. Los seres humanos somos poseedores de una mente prodigiosa que muy a menudo se vuelve en nuestra contra. De ahí las enfermedades mentales, los trastornos obsesivos compulsivos, la envidia, el desorden en las prioridades...
El cerebro puede ser un órgano prodigioso pero también traicionero.
Estamos enfermos y sólo lo reconocemos cuando nos topamos con un caso extremo de anorexia o bulimia. Nos compadecemos de la desgraciada adolescente pero no de la sociedad entera incluyéndonos a nosotros mismos. Todos somos enfermos potenciales, estamos demasiado expuestos a la presión que ejerce la sociedad sobre nuestro aspecto. Un tipo de aspecto que además, no dice nada sobre nosotros. Porque, sin ningún ánimo de exagerar, estoy segura de hablar de uno de los grandes problemas mundiales. ¿No lo es acaso la obsesión generalizada, la fundamentación de todo acto en el propio aspecto externo del cuerpo? Puede que pienses que estás fuera de esto, que no te afecta, que tú no te obsesionas pero... te equivocas. Somos víctimas de nosotros mismos: de ese, de aquel, de ellos y los otros. ¿La cura?: esfuérzate en estar sano, en reir, en querer, en definitiva, en vivir. Y equilibra tus prioridades: dale a las cosas el valor que merecen. En el fondo todos lo sabemos, pero muchas veces es más fácil obsesionarse y preocuparse por cosas banales.